martes, 25 de enero de 2011

Como inesperado


¿Por qué cuándo esperamos durante mucho tiempo que suceda algo y luego sucede, nos quedamos como si no supiéramos qué hacer, como si nos hubiera sorprendido?.

Algo así como esperar toda la vida a que llegue tu príncipe azul y justo cuando tenés a Felipe tocándote el timbre estás con los ruleros puestos y sin depilar.
Sé que va a venir un amigo muy querido que hace un año y medio que no veo, teníamos una relación diaria, hace una semana que pienso toooodo lo que tengo que contarle y que quiero que él me cuente.

Llega el momento y después de los saludos pertinentes, las presentaciones y atenciones al recién llegado; resulta que con la emoción se me olvida todo eso que dió vueltas en la cabeza durante una semana. Amnesia total. Y como si lo hubiese visto ayer, me faltó preguntarle si en Buenos Aires hacía calor.

La verdad que no sé si algún día voy a comprender el mecanismo cerebral que comanda mi existencia, de momento sé que es complejo.




miércoles, 12 de enero de 2011

Saludos obligatorios


Esos “buenos días”, “hola”, “qué tal”, que damos por cortesía y reglas de buena educación son necesarios justamente por eso. Es como si dijéramos “te vi y tengo que compartir unos segundos de manera obligatoria contigo asique te digo algo para no quedar mal porque el silencio sería muy incómodo de sobrellevar”. Pero para no decir todo eso lo abreviamos con “hola”; mientras miramos la hora, el móvil, la puerta del ascensor (deseando que se abra para lanzarnos), el ipod o lo que sea...

Ahora bien, el resto de las frases que se agregan en esas situaciones dejan de lado la cortesía y rozan el fastidio, son innecesarias; y hay que erradicarlas para siempre de nuestras vidas.
Señores!, terminemos con el “qué frío/calor, parece que va a llover”; “está lloviendo?, te mojaste?”; “qué tarde/temprano, no?”; “hay una sola cola, usted va detrás mio y tiene que sacar el numerito”. ¡Basta de todo esto!, hay gente que NO queremos ser sobre saludados al pedo y mucho menos sobre informados acerca de funcionamientos absurdos de distintas “colas” (bancos, supermercados, farmacias, etc).

El resto del mundo debería entender que tenemos un problema de cordialidad exclusiva: sólo para aquellas personas que nos van a ser útiles por algo, o que queremos (rozar la antipatía no significa que no tengamos sentimientos).
¿O me van a decir que a esos “simpáticos” les quita el sueño mi saludo acompañado de frase estúpida? NO! A esa gente no le va a pasar nada y a nosotros (los casi antisociales, casi antipáticos y casi descorteces), tampoco nos caerá una maldición por no hacerlo.
Demasiado tenemos con tener que auto decirnos estupideces mentales para evitar las sociales.