miércoles, 23 de noviembre de 2011

No es insensibilidad, es sinceridad. Parte 3

El gran día

Llegó el momento que todos estábamos esperando. El día por el que la gente te llama ansiosa desde hace dos semanas y te preguntan “¿y?”, ¿qué se debería responder?, “¿y qué?, todavía nada”. ¡Grave error!, nunca decir eso, es el momento en que empiezan los consejos absurdos “caminá mucho y saltá, que así baja”, “sí, claro, hace 40 grados y peso 23 kilos más, mejor voy a trotar levantando las rodillas al pecho y de paso unos abdominales”. ¡¿Hay que aclarar que cuesta respirar?! 
Un consejo queridas amiguitas, nunca decir la fecha probable de parto, ¡nunca!, si tu fecha es el 1, decir que es el 15; y que piensen que se adelantó o que piensen lo que quieran, pero no te llamarán preguntando “¿y?”.

Ahora bien, si se rompe la bolsa de madrugada, es algo así como ir al baño y mear antes de que uno quiera mear, o mejor dicho, uno se mea en la cama y mientras su pareja salta y rebota por las paredes del cuarto preguntando “¿hay que ir al hospital?; ¿ya está?, ¿ahí viene?, ¿vamos aparir?; ¿mañana no curro?; ¿llamo al taxi?”. En mi caso, afloró mi instinto obsesivo y atiné a decir: “traeme la toalla más viejita que no quiero que se ensucie el colchón y dame la mano para que me levante” (no olvidemos que somos como una gran ballena que cuando se acuesta no puede incorporarse) y segundos más tarde “me tengo que vestir y lavar los dientes”, “si no me lavo los dientes no me muevo de casa”. Hay que aprovechar hasta el último minuto de capricho que se nos va a permitir.

Otro momento significativo lo recordé cuando vi la factura de casi cien euros de móvil. ¿Cómo se llega a eso?, muy fácil. Si usted está acompañando a su mujer a parir, y ella está con muchas drogas encima y se le ocurre pedirle el móvil “es que estoy aburrida, así dejo preparada la lista de contactos para después del nacimiento”. Bajo ningún punto de vista entregue el móvil. Mucha gente recibió un mensaje en blanco, pero muuucha gente; señor “papá” tenga paciencia y distraiga a su mujer de otra manera, la que sea más barata.

Un consejo más, en algunas listas o libros para embarazadas lo dice, hay que llevar cámara de fotos, en nuestro caso fue una experiencia inigualable. Ni bien llegamos tuvimos que esperar, siempre hay que esperar, hasta que no se puede esperar más y ahí, en ese preciso momento es cuando una se da cuenta que realmente está de parto. Mientras se espera que llegue la matrona y revise, que llegue la enfermera y coloque la oxitocina (para acelerar el parto), que lleguen las contracciones, que llegue la anestesia, ¡que llegue la anestesista!. En fin, una larga lista de momentos de espera después de diez meses de espera.


En estos ratos de aburrimiento y no saber qué hacer, decidimos hacernos fotos. Qué guay, tenemos la serie: “posando en el paritorio” y obviamente, una vez nacida la chica, “papá” decide hacerle fotos. Ninguna de cuerpo entero, tenemos fotos de una mano, la panza, un dedo, un pedazo de oreja; igual que en las ecografías pero con color. No olvide señora embarazada, la cámara de fotos puede dar mucho de sí en un momento tan intenso.


Todos estos momentos de relajación y divertimento se acaban cuando deciden que la anestesia se fue y una evoluciona favorablemente; y nos llevan a la habitación. No fueron tantas las visitas en el hospital como para que las critique (ja!, se salvaron de esta), el coñazo del siglo son los enfermeros (que con cada cambio de turno se vienen a presentar), médicos, gente de limpieza, la familia de la otra paciente... Eso fue lo mejor, la gente que venía a ver a la compañera de habitación y se me acercaban a la cama preguntando “¿qué tal estás?”, “¿qué coño te importa?, estoy recién parida y lo que menos quiero es hablar con usted que es nadie!!!!”. Y por supuesto las enfermeras que agarran al pedazo de carne, lo moldean, con otra mano agarran la teta, la apretujan y ponen al bicho en la teta,  “señora enfermera, por qué no se apretuja la parte que más le guste de SU cuerpo y me deja en paz, a mí y a mi pichón que estaba dormido y usted, bruta, la acaba de despertar con un sobresalto?!?!”

Demás está decir que son momentos en los que una se altera con más facilidad.
Menos mal que fueron solo 48 horas, aunque parecieron 7 años en el Tibet.
Todo lo que sigue es un parto más o menos común a todos los partos; eso sí, no es de película, ni lo que se presume que va a pasar en el curso preparto. Es una sorpresa absoluta, más mágico que en la escuela de Harry Potter, no hay palabras que lo puedan describir asique dejo de escribir hasta la próxima.




martes, 1 de noviembre de 2011

Aceptemos nuestra ignorancia

De pronto me encuentro ante un cuestionario en el cual respondo el primer “no sé” y eso me lleva a una serie ininterrumpida de “no sé”. Después de unos minutos diciendo las mismas dos palabras me doy cuenta que es muy fácil desentenderse de algo.

Quiero aclarar que no me hice la boluda, realmente no sabía lo que me estaban preguntando. Pero, en el caso que sí supiera las respuestas, podría haber contestado “no sé” y “no comprometerme” o simplemente tema concluido.

Esto me lleva a pensar en la gente que no sabe decir “no sé”, esa gente que cree que lo sabe tooodo, desde cómo follan las avispas hasta cuántos amigos tiene el dueño de facebook; tienen respuestas para las preguntas retóricas. Estos seres tan especiales, ¿no se dan cuenta que no saber, es más fácil, más fluido y menos cansino para el que los escucha?

Si después de todo, lo más “normal” es que no tengamos las respuestas a todo, y lo más divertido es cuando inventamos eso que desconocemos. Esta gente no solo se inventa la respuesta convencida de que es así, sino que ponen en duda la verdad del otro antes de admitir que no saben.

¡Señores!, acepten la ignorancia que les toca, basta del sabelotodismo innecesario!!!