miércoles, 23 de febrero de 2011

Crónicas de un extranjero. Parte 8.

Cuando uno llega a un país en el que no ha nacido, crecido y vivido; hay muchas pero muchas cosas que son iguales; por no decir idénticas a su tierra de origen; y muchísimas otras muy curiosas y diferentes. Y lo cierto es que, a medida que pasa el tiempo, esas cosas que al principio sorprenden, con el tiempo se hacen cotidianas y ya no son novedad.

Llevo más de dos años en la madre patria y aún me llama la atención cuando en los medios hablan del rey. Cuando yo era niña, el rey existía sólo en los cuentos, eran los dueños de todo, y las princesas, madrastras y hechiceros; eran como de la misma familia, vivían todos en un palacio y tenían mucha gente trabajando para ellos.
Si ése estilo de vida monarcal se vuelve real, (ja!, vaya coincidencia, no?); las cosas son muy parecidas a los cuentos, la diferencia es que el rey es un borracho fiestero que viaja por todo el mundo, con el mismo séquito de gente que en la ficción.

Ahora bien, lo curioso es que cada noticia me siga causando “gracia” digamos que cuando se nombra a alguno de ellos suelo esbozar una sonrisa. Supongo que porque aún no termino de adaptarme a la monarquía.

Otra cosa llamativa es ver en las noticias que un barco pirata. Si, si, pirata; tomó prisionero a otro barco y tiene de rehenes a los pescadores.
Siempre creí que los piratas se habían extinguido después de Peter Pan. Los verdaderos no tienen patas de palo, ni garfios, cocodrilos, tic-tacs y loros. En cambio, buscan cofres y riquezas, son somalíes y están muertos de hambre.
Lo más loco de todo esto es que en pleno siglo XXI, hay un país llamado Somalia que no tiene gobierno, ni rey, ni nada parecido; y la gente muere de hambre y masacrada por su propia desesperación. Y los países vecinos y “civilizados”, no hacen otra cosa más que marginarlos y enviar barcos armados para nuevos ataques.

En un cuento de niños el rey hubiera negociado con los piratas para que liberaran a los “buenos” y luego ofrecería empleo y alimentos a los “malos” que estarían eternamente agradecidos.
Me sigue resultando curioso como los cuentos se asemejan a la realidad: donde dice “negociado”, debería decir “extorsionado”. Donde dice “ofrece empleo y alimentos”, debería decir “esclaviza en la miseria”. Y donde dice “estarán eternamente agradecidos”, debería decir “el odio de venganza crece”.

Creo que se me terminaron los años de cuentos de hadas.
Aunque tal vez mañana en las noticias aparece un duende que asaltó un camión blindado, nunca se sabe.



martes, 8 de febrero de 2011

¿Y qué si tengo manías?


No voy a decir que me enorgullezco de tener mis manías bien conservadas desde que recuerdo tenerlas. Pero tampoco voy a negarlas, porque son parte de mí y me las aguanto, y me las aguantan...

Así que basta de decir que es una cuestión de género, esto no tiene nada que ver con ser mujer, la diferencia es que nosotras las gritamos a viva voz, las defendemos y respetamos su lugar en el hogar;  y en algunos casos intentamos que el otro conviviente las asuma como propias.

No veo el problema de cerrar las puertas del ropero antes de dormir, un acto ínfimo y de buen corazón si se sabe que uno no puede conciliar el sueño pensando que un monstruo o fantasma podrá atacar en medio de la noche.

Y, ¿por qué no hacemos caso a las botellas de agua vacías?; ¿qué daño puede causar cargarlas antes de meterlas en la heladera y no meterlas sin líquido para que se enfríe el vidrio?.

Tampoco es tan terrible dejar la cocina sin platos sucios por la noche, sobre todo para que no huela a frito, churrasco o lo que sea; a las 8 de la mañana con el café.
En fin, no son taaaantas, pero existen, y aunque las defiendo me pregunto, ¿esto empeorará con el tiempo?




SI