martes, 5 de octubre de 2010

Crónicas de un extranjero. Parte 6.

(viva la burocracia!!!)

Y una vez más me encuentro frente a una oficina pública. Y pienso: es el destino; ¡no!, es ser parte del sistema.
En este caso, el “temita” tuvo que ver con quedarme sin trabajo y querer cobrar “el paro” (lo que en Argentina sería el seguro de desempleo). Pero esta crónica sería muy sencilla y rápida si les contara lo que allí ocurrió; así que me voy a remontar a la semana anterior al bendito trámite del paro.

Todo empieza el 1 de marzo, ése mismísimo día me quedo sin trabajo y decido mudarme. ¡Muy bien!, todo va viento en popa. Decisiones que van y vienen en la vida. Ahora si, voy a apuntarme al paro.
Oh, no!; no hice el cambio de domicilio!
Pasemos entonces por la oficina de empadronamiento para hacer el cambio de domicilio, para apuntarme al paro, para cobrar lo que coticé con mi trabajo, el sudor de mi frente, el cansancio de mis piernas y las ganas de partirle la bandeja en la cabeza a más de uno.

Bien, me registro por internet y tengo cita para el trámite en dos días.
Ahí estoy, lo de siempre: muchos empleados y los trámites más extensos los atiende una sola ventanilla.
Llega mi turno, y a pesar de saber que va a llegar; cuando llega, es como si ganara el gordo de navidad y te sentís Marilyn Monroe cantando el cumpleaños feliz al presidente, todo el mundo te mira y piensa: "ojalá que se apure".
Claro que eso de apurarse es muy relativo, todo depende de ése ser tan amable que te toque en suerte,  la Empleada Pública
EP- un momento que estoy esperando una llamada. Lo siento, pero debo atender.
Yo- si, como no.
EP- lo siento, ahora si.
Empezamos bien, pensé. Si la dejo que cumpla a medias con su trabajo de empleada pública y no me quejo porque atiende el móvil, seguro que me soluciona el tema, porque siempre hay algo que solucionar, lo sabemos.
EP- usted no puede hacer el cambio de domicilio
Yo- pero estoy autorizada por “A” que vive allí
EP- si, pero al Ayuntamiento de Madrid, no le consta que “A” viva ahí. En ese domicilio vive solo “B”.
Yo- no, “B” no vive ahí; vive “A” conmigo, estoy segura.
EP- entonces la tiene que autorizar “B”
Yo- Pero “B” no vive ahí, vivimos “A” y yo. (Otra vez, no se me ocurrió nada nuevo, solo la realidad).
EP- entonces tiene que figurar en el contrato. ¿A nombre de quién está el contrato?
Yo- A nombre de “A”, que es el que vive ahí conmigo.
EP- Primero tiene que autorizarla “B” y después figurar en el contrato
Yo- “B” no está, se fue, se murió, desapareció, no está ni vivo ni muerto.
EP- entonces que la agreguen en el cont.... bla, bla, bla...

Idas, vueltas y carreras de por medio, figuro en el contrato con “A”. Vuelvo a la semana siguiente y de nuevo:
EP- “B” es el que vive ahí, ¿dónde está?
Yo- yo que mierda sé dónde y cómo está “B”, si no vive ahí!!!. Ahí vive “A” conmigo, lo dice el contrato, se acuerda????. Soy la loca del contrato que mandó a matar a “B” y se apoderó de su domicilio.
EP- entonces va a tener que echar a “B” y viviría usted sola en ese domicilio.
Yo- bueno, está muy bien, vivo yo y a la mierda con “A”, “B”, “EP” y la re-concha de su madre pública que no entiende o mejor dicho “El Ayuntamiento de Madrid” es el que no entiende.
Muy bien!, tengo nuevo domicilio!

Ahora si, a apuntarme al paro... dios mío, me duele la cabeza de pensarlo.
Tengo dos lugares en la misma calle, pero el nº15 y el nº17. Pero, ¿cuál es?
Los dos: primero pase por el nº 15 y apuntese ahí como demandante de empleo y vuelva acá que es el nº 17, que hoy no la vamos a atender pero nos va a tener que contemplar cómo “trabajamos” durante dos horas, para que le digamos qué documentos necesita para apuntarse al paro. Y, aunque usted tenga todos los papeles aquí no la vamos a atender hoy, porque aunque usted sea la última y no tengamos nada más que hacer la atenderemos mañana o cuando usted decida volver y esperar otras dos horas.

Puede ser que no me hayan dicho eso con textuales palabras pero fue lo que pasó.
Estoy olvidando un pequeño detalle, para apuntarme al paro tiene que ser dentro de los primeros 15 días hábiles desde que no trabajo, es por eso el apuro. Y con tantas idas y vueltas me quedaban solo 5 días, y si después me piden un certificado de autenticidad de la embajada (la que sea) que demuestre mi paro y el de mis antepasados, ¿qué hago?
Así que, mejor vuelvo mañana mismo. Y así fue...

Abren a las 9, a las 8:15 estaba en la puerta, rodeada de gente encantadora que habla a los gritos cuando hace una cola para hacer un trámite y quiere llamar la atención.
Obviamente, mi cara era de un muerto en vida a esas horas, así que gracias a mis pocas pulgas, nadie me hablo, diría que nadie se me acercó.
Una vez adentro saco "el numerito" y a esperar.
Otra vez, los mismos empleados:
La vieja que solo informa (ya estuve con ella ayer).
El pelado copado, cuarentón y ganador.
La gorda tetona con vos de lora enjaulada.
El depresivo con el último botón de la camisa abrochada, camina encorvado y usa chaleco con rombos: al borde del suicidio.
La chica jovencita (que parece “normal”) que se la pasa mandando mensajes de texto.
El manco, bah... en realidad tiene una malformación y por eso le falta una mano. Pero atiende con respeto y toda la onda, ojalá me toque ése.
La loca. Tiene todos los tics que un ser puede tener, es ultra delgada/chupada. Se viste como si tuviera 70 años hace 70 años. Se para y se sienta constantemente en el borde de la silla; se arregla el pelo cada dos segundos (que empieza a desarreglarse con tanto arreglo), tartamudea y pestañea a la vez. Si le hacen una pregunta aletea como una gallina que parece que va a levantar vuelo. Mueve el monitor y se acomoda los anteojos. Y todo eso a la vez!!!!! Digno de ver.
¡¡¡Me toca!!! Otra vez soy Marilyn, pero intentando llegar hasta el escritorio mientras atravieso una horda de gente que incluye muchos viejos, mujeres, carritos de bebés y etcéteras.
Y me va a atender la loca, no puedo pensar mal, pobre mujer. Uy dios!!! ni bien llego con mi nº9, ya había llamado al nº10.
Le entrego los papeles y aparece el 10 diciendo: “tengo el 10”.
Loca- es que ella tenía el 9, espere que ahora lo atenderemos.
Revisa mis papeles mientras los acompaña con sus tics, busca algo en el ordenador, cierra mi carpeta, me la devuelve y dice: “lo lógico es que lo atienda a él que tiene el 10”.
10- (se ríe y dice) no hay problema, espero...
Yo- (que la miraba sin saber que también tenía tics en las neuronas y sin imaginar que algún día iba a discutir con alguien por el lugar en una cola, le digo) pero yo tenía el 9 y usted me llamó
Loca- pero tardó en venir
Yo- si, pero no estaba en el club, estaba tratando de pasar entre toda esa gente!. (Debo reconocer que mi respuesta fue un poco insolente y elevada en volumen).

Se ve que la loca no tolera eso porque aumentó la velocidad de los tics y se dedicó a mirar el monitor fijamente mientras esperaba que me fuera. Yo la seguí mirando pero no hubo caso...
10 largó la carcajada cuando le digo: pasa vos que parece que le colapso su sistema numérico también...
Yo parada frente a su escritorio la miraba fijamente con odio. A esta altura, el resto de los energúmenos, iban por el 16.
En cuanto el manco se liberó me abalancé sobre su escritorio: “podrás atenderme?, tengo el número 9 y tu compañera decidió postergarme”.
Gracias a dios mi mala onda le causó gracia porque me hizo el trámite en tres minutos; aunque no sé si me lo habrá hecho bien porque todavía no cobré nada.



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